El Metro más antiguo del mundo se adapta a los tiempos modernos. 150 años después de que el metropolitano de Londres recorriera por primera vez las entrañas de la ciudad, para aligerar el tropel de 50.000 caballos tirando de carruajes, las necesidades de los viajeros del siglo XXI poco tienen que ver con las de antaño.
La amplia oferta de ocio nocturnode una de las metrópolis que se resiste a entregarse a los brazos de Morfeo se veía hasta ahora cohibida por los horarios de los trenes de metro que disciplinadamente, a las 00.30 horas, casi como la Cenicienta, se encerraban en sus cocheras.A partir de 2015, los londinenses más trasnochadores podrán disfrutar del suburbano de forma ininterrumpida durante el fin de semana. La excusa de «me marcho, que quiero coger el último metro» ya no servirá nunca más.
La estación del Metro de Londres Oxford Circus
Nueva York, abierto «full time»
Con esta medida, el alcalde de la ciudad, Boris Johnson, fija sus miras en Nueva York, la ciudad que imitó el modelo de metro londinense, pero que en cambio siempre supo responder a la demanda de los noctámbulos manteniéndolo abierto 24 horas, 365 días.
El servicio ininterrumpido de metro en la capital británica durante la madrugada del sábado y el domingo se ofrecerá en las cinco líneas más concurridas del suburbano, que acaparan el 60% de los usuarios. La Jubilee y la Victoria en todas sus estaciones, la Central y la Piccadilly (que conecta con Heathrow) en su mayoría, y el ramal de Charing Cross (la parada situada en la plaza de Trafalgar) de la Northern Line. Todas ellas pasarán con una frecuencia mínima de 25 minutos.
Hasta aquí la cara amable del programa modernizador del «tube», que ha supuesto también la renovación de estaciones, trenes y señalizaciones. Lo que no ha sido acogido con tanto júbilo es la decisión de cerrar las taquillas de 250 estaciones de las 950 que despachan tickets en toda la red, con el consiguiente recorte de 750 puestos de trabajo. El Ayuntamiento ha decidido sustituir la figura del tradicional taquillero ampliando el número de máquinas tras alegar que las ventas en la ventanilla sólo suponen un 3% del total. En Londres, la práctica totalidad de los viajeros utilizan la tarjeta automática Oyster que se puede recargar tanto en internet como en las máquinas, de la que se va descontando el saldo a medida que se utiliza. Sólo algún turista despistado paga el importe íntegro de un billete de metro que asciende a 4,15 libras, el doble de lo que cuesta con la famosa tarjeta.