En una fecha tan señalada como es su 18 cumpleaños no podía falta una felicitación expresa por parte del autor del diseño urbanístico de las estaciones, el prestigioso arquitecto británico Norman Foster. Y lo ha hecho tras la petición realizada por este periódico, a la cual ha accedido amablemente en apenas unos días enviando unas líneas de reconocimiento y alabanza.
El que fue nombrado por la reina de Inglaterra en 1999 como Lord of Thames Bank, recuerda que la experiencia de su trabajo en el proyecto para Bilbao “fue muy gratificante en todos los aspectos” y recuerda con cariño las numerosas visitas que realizó a la villa con su equipo mientras se estaba acometiendo la construcción bajo el suelo de la villa entre 1990 y 1995.
Norman Foster no ha olvidado uno de sus primeros proyectos.
Por sus palabras se nota que está al tanto de la actualidad del que fue su primer diseño para un transporte ferroviario subterráneo al hablar del número de pasajeros que lo utiliza y le sorprende que “todavía las estaciones se ven como nuevas”. Alaba este hecho y considera que se debe tanto al mantenimiento y la gestión del metro como “al respeto con el público lo trata”. Finalmente tiene unas palabras para los accesos al metro desde la calle se bautizaron con su apellido. “Estoy muy orgulloso de que los fosteritos se hayan convertido en un símbolo tan querido en Bilbao”, concluye su misiva enviada por correo electrónico.
“Es una estrella de la arquitectura pero siempre ha tenido en gran estima su trabajo en el metro de Bilbao”, asegura Agustín Presmanes, ingeniero de caminos y director de Imebisa, la ingeniería encargada de la construcción del suburbano en sus inicios. Presmanes trabajo codo con codo con Foster y su equipo después de que la propuesta del británico ganara el concurso abierto por el Gobierno vasco para concretar el diseño arquitectónico de las estaciones.
PRIMER METRO EUROPEO DE DISEÑO Fue la primera vez en Europa en que los impulsores de un transporte ferroviario, que nacía como un papel en blanco, daban tanta importancia a cómo querían que fueran las estaciones. Agustín Presmanes analiza cómo “se ha dicho que es el metro de Foster pero hay que decir que él no tomo ninguna decisión de cuál era la red que se diseñó, dónde estaban las estaciones o cómo se construyeron los subfluviales, los pasos de los túneles bajo la ría… Sí es el metro de las estaciones de Foster, del tipo caverna, que son las más conocidas y las que se siguen construyendo bajo tierra”.
Un diseño que sorprendió al jurado y que fue la base de un trabajo posterior ingente. El que se puede considerar uno de los aitas del metro asegura que “Foster tuvo una interpretación genial del proyecto y tuvo algo que no tienen los grandes arquitectos estrellas, saber la función del metro”. Recuerda cómo “le dimos 8.000 vueltas a todo hasta que saliera algo que, para mí, es redondo. La estación del metro, más allá de su calidad arquitectónica, de lo fácil que es, es que funciona perfectamente.”
Según Presmanes, el premio Pritzker de arquitectura 1999 “se preocupó realmente por este proyecto, fue humilde porque nunca había hecho un metro antes”. Hay que recordar en 1988, cuando Foster ganó el concurso del suburbano, era conocido pero no había llegado al nivel de estrella permanente en el universo de la arquitectura que ahora ostenta. Por eso quizás fue más fácil trabajar con él y sus colaboradores.
UN EQUIPO DE TRABAJO ÚNICO Todos los técnicos implicados, vascos y británicos, crearon un ambiente de trabajo único que alumbró un diseño moderno, que nacía nuevo, y se vio beneficiado al carecer de la herencia histórica de otros suburbanos ya en marcha como Madrid o Barcelona.
¿Y cuál fue el origen de esos accesos de cristal que se hunden en la tierra para acceder al metro? La lluvia. El ingeniero de caminos, que está ya en proceso de jubilación, explica cómo a la gran estrella británica le gusta visitar personalmente siempre las ciudades donde va a trabajar y entendió a la perfección el clima que prima en la capital vizcaina y su zona de influencia.
Expone que “creó este tipo de entrada a resguardo porque Bilbao es una ciudad lluviosa. La gran mayoría de las bocas de los metros por el mundo no están cubiertas. El fosterito en ese sentido es una joya”. Aunque en su origen no fue concebido como la actual figura de cristal armada por unas costillas curvas de acero inoxidable. En el inicio, como se observa en la imagen de la izquierda, Foster dibujo de su propio puño y letra, una cubierta con forma de cubo. “Evolucionó de esta figura a la definitiva con el objetivo de que sirviera de salida del tubo a la superficie y de linterna que llamaba a tomar el metro por la noche”, concluye Presmanes.